Es un hecho que estamos de pleno en la era digital, y que mantenerse al margen no es una práctica recomendable para las empresas. Igualmente ocurre con las firmas de lujo, se han tenido que adaptar a los nuevos tiempos sin perder la exclusividad que les caracteriza.
Por miedo a dejar de ser selectas, las marcas de joyas y ropa de lujo tardaron más tiempo en abrirse un perfil en redes sociales y en llevar a cabo acciones de marketing digital. Pero descubrieron un nuevo público objetivo: los millennial, y la mejor forma de llegar a ellos son las redes sociales.
Según el Informe de Marketing Digital realizado por Luxurycomm, un 53% de los usuarios de Instagram admite haberse comprado un artículo tras vérselo a un influencer. Esta generación se caracteriza por ser impulsiva, y el 20% reconoce que “se da un capricho” (refiriéndose a un artículo de lujo) principalmente tras haberlo visto en redes sociales.
Un ejemplo de esto son firmas como Chanel, Gucci o Balmain, que son muy activas en sus cuentas de Instagram.
Aunque también hay firmas que son reacias a caer en el mundo digital. Su objetivo es un cliente muy selecto y las “masas” de las redes sociales no concuerdan con su filosofía. Ha habido casos de marcas que se han echado para atrás en su estrategia digital ya que “llegaban a demasiada gente común”.
Otras, en vez de retirarse por completo, han sabido valorar lo positivo de este mundo y permanecen abiertos sus perfiles en internet con el objetivo de ser ‘marcas inspiracionales’. Es decir, llegan a un público que nunca serán clientes pero son fan de la marca.
De todo esto podemos concluir que entre las firmas de lujo y las redes sociales existe una relación de amor-odio. Y que para llevar a cabo estrategias de marketing digital en este sector hay que tener en cuenta más factores, ya que es más fácil perder la identidad de una marca de lujo.